El conflicto entre Rusia y Ucrania, sumado a la reciente adhesión de Finlandia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha transformado de manera radical la estrategia de inversión e innovación en defensa del país nórdico. Lejos de limitarse a un cambio geopolítico, la situación ha detonado una explosión de actividad tecnológica, consolidando a Finlandia como un nuevo centro global de desarrollo en soluciones militares avanzadas.
En una nación con apenas cinco millones de habitantes, ya operan más de 360 empresas dedicadas a tecnología de defensa, muchas de ellas startups en plena expansión. Varjo, por ejemplo, produce cascos de realidad mixta utilizados para simulaciones de entrenamiento militar que hoy forman parte de los programas de la OTAN en Europa y Estados Unidos. Su tecnología permite realizar hasta el 99% del entrenamiento de pilotos dentro de un casco, reduciendo costos, tiempos y riesgos significativamente.
Timo Toikkanen, CEO de Varjo, describe el efecto del conflicto en Ucrania como un impulso "con esteroides" para la industria. Antes de la guerra, las tecnologías con aplicaciones militares generaban escepticismo entre los inversionistas por su posible impacto ético. Hoy, en cambio, el interés ha crecido exponencialmente y la percepción ha cambiado: “Los inversionistas buscan activamente empresas del sector defensa. Ya no es mal visto”, señala Toikkanen.
El ingreso de Finlandia a la OTAN en abril de 2023 consolidó aún más esta tendencia. El país ha reforzado su presupuesto en defensa y ha facilitado alianzas estratégicas entre empresas privadas, instituciones de investigación y el gobierno. Business Finland, la agencia nacional de innovación, lanzó un fondo de 120 millones de euros para impulsar tecnologías vinculadas a la seguridad, la resiliencia digital y la defensa cibernética.
Empresas como Iceye, especializada en imágenes satelitales de alta resolución mediante radar, o Distance Technologies, que desarrolla soluciones inmersivas sin cascos, han encontrado un entorno favorable para escalar rápidamente. También ha sido clave el legado tecnológico del país: muchos fundadores e ingenieros provienen de Nokia, una marca que durante décadas lideró el desarrollo de la telefonía móvil en Europa.
Este entorno se fortalece aún más con un fuerte compromiso ciudadano. Finlandia mantiene el servicio militar obligatorio y un arraigado “espíritu de presteza para defender”, como lo describen analistas e inversionistas. Cerca del 80% de los finlandeses, según encuestas nacionales, estarían dispuestos a luchar por su país, una mentalidad que también se refleja en el ecosistema emprendedor.
Janne Hietala, fundador de Kelluu, una empresa que desarrolla aeronaves no tripuladas para vigilancia, explica que su giro hacia la defensa no fue solo estratégico, sino también emocional. “Sentimos que teníamos que hacer algo por la seguridad nacional”, dice. Lo que empezó como una herramienta para monitorear bosques hoy es una plataforma de observación aérea utilizada por gobiernos e instituciones.
Sin embargo, este auge no está exento de desafíos. Las startups deben lidiar con los lentos procesos de adquisición de las grandes corporaciones de defensa y los gobiernos, acostumbrados a ciclos largos de desarrollo y validación. Además, la competencia global por talento especializado en software, sensores y comunicaciones avanzadas sigue siendo intensa.
Aun así, Finlandia apuesta por su ventaja competitiva: un entorno estable, baja criminalidad, jerarquías laborales horizontales y una reputación creciente en innovación. Kirsi Kokko, directora del programa de defensa de Business Finland, cree que el país tiene una historia atractiva para contar. “Nuestro actual gobierno entiende la urgencia, y creo que lo estamos haciendo bien”, afirma.
La combinación de geografía estratégica, cultura de innovación y visión de futuro está posicionando a Finlandia no solo como miembro clave de la OTAN, sino como líder europeo en tecnología de defensa. En un mundo cada vez más impredecible, su modelo de cooperación entre startups, gobierno y sociedad podría servir de inspiración para otras naciones que buscan reforzar su soberanía tecnológica y militar.
Fuente: BBC
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