La equidad de género es uno de los grandes retos de las organizaciones contemporáneas. A pesar de que numerosas empresas declaran su compromiso con la diversidad y la inclusión, las estadísticas siguen mostrando brechas salariales, escasa representación femenina en puestos directivos y barreras invisibles para el crecimiento profesional de las mujeres.
Un estudio reciente, basado en una encuesta a más de 400 líderes corporativos, expone una contradicción que frena el avance. Aunque hombres y mujeres comparten valores similares sobre lo que significa un entorno equitativo, divergen en la manera de alcanzarlo. Mientras los hombres asocian la equidad con sacrificios extremos, las mujeres destacan medidas más cotidianas y viables, como desafiar actitudes sexistas, acceder a licencias parentales o promover políticas de flexibilidad laboral.
Este desfase no es menor: limita la implementación de estrategias efectivas y perpetúa una cultura donde el discurso supera a la acción. Para cerrar la brecha, los expertos señalan tres prácticas que los hombres en liderazgo pueden adoptar de inmediato: usar la comunicación de forma responsable, respaldar activamente la licencia de paternidad y normalizar la flexibilidad laboral.
En el mundo empresarial, la comunicación es más que un recurso: es un mecanismo de poder que define normas de comportamiento. Cuando un líder cuestiona una actitud discriminatoria o respalda públicamente la importancia de la inclusión, envía un mensaje que trasciende a toda la organización.
Sin embargo, muchos hombres evitan intervenir por temor a ser juzgados o a equivocarse. Este silencio perpetúa actitudes sexistas y mina la confianza de los equipos. La solución requiere liderazgo consciente: establecer normas claras de comunicación respetuosa, ofrecer formación en diversidad y generar espacios donde se pueda aprender de los errores sin miedo a represalias.
Cuando los directivos masculinos usan su voz para promover un ambiente inclusivo, no solo protegen a las mujeres, sino que también fortalecen la cultura corporativa y refuerzan el sentido de pertenencia, elementos clave en la retención del talento.
La segunda acción transformadora es la licencia de paternidad. Si bien muchas compañías la han incorporado como política formal, su uso efectivo sigue siendo limitado, en gran parte por la percepción de que los hombres que la solicitan sacrifican su compromiso profesional.
Esta resistencia se enmarca en un fenómeno conocido como “ignorancia pluralista”: muchos líderes creen que serán juzgados si ejercen este derecho, cuando en realidad existe un amplio deseo compartido de hacerlo. Romper este círculo requiere referentes visibles. Cuando los altos ejecutivos hacen uso de la licencia y lo comunican abiertamente, legitiman la práctica y alientan a otros a seguir el ejemplo.
El impacto es profundo. Diversos estudios demuestran que los padres que participan activamente en el cuidado de sus hijos favorecen la productividad familiar y laboral, reducen los sesgos de género y facilitan el avance profesional de las mujeres. Para las empresas, este equilibrio se traduce en una mayor retención de talento, menores niveles de rotación y una reputación corporativa más sólida.
La tercera herramienta es la flexibilidad laboral, una práctica cada vez más valorada en el contexto global. No obstante, todavía persiste la idea de que se trata de un beneficio reservado para las mujeres, lo que desincentiva a los hombres a adoptarla.
La experiencia demuestra lo contrario. Modelos como el de Moody’s, donde los equipos deciden cuándo trabajar de manera presencial y cuándo hacerlo a distancia, evidencian que la flexibilidad no disminuye la productividad, sino que la potencia. Además, fomenta la innovación, la satisfacción laboral y la sostenibilidad organizacional.
Para consolidar este enfoque, es esencial que los líderes masculinos lo adopten de forma visible. Al normalizar su uso, contribuyen a derribar estigmas y a demostrar que la flexibilidad no es un privilegio, sino una estrategia clave de eficiencia y competitividad.
El estudio deja en claro que hombres y mujeres buscan la equidad, pero no siempre coinciden en cómo alcanzarla. Por ello, el papel de los líderes masculinos es decisivo. Hablar con responsabilidad, utilizar la licencia de paternidad y promover la flexibilidad laboral no son gestos simbólicos, son decisiones estratégicas que impactan directamente en la sostenibilidad y el éxito empresarial.
En un entorno global cada vez más competitivo, las organizaciones que integren estos valores en su cultura corporativa estarán mejor posicionadas para atraer talento, innovar y responder a las demandas sociales. La diversidad y la inclusión ya no son un tema accesorio: son el núcleo de una estrategia empresarial moderna y sostenible.
Los hombres en posiciones de liderazgo tienen en sus manos la oportunidad de acelerar esta transformación. De su capacidad para traducir el discurso en acciones dependerá no solo el bienestar de los equipos, sino también la capacidad de las empresas de prosperar en un futuro donde la equidad no es opcional, sino un requisito indispensable para el éxito.
Fuente: The Conversation
Escribe tu comentario