Durante décadas, la rentabilidad del cine ha girado en torno a un modelo de exhibición basado en salas, ventanas de distribución y cifras de taquilla. Sin embargo, ese paradigma ha comenzado a ceder frente a un actor que, desde su origen digital, ha sabido capitalizar la transformación del consumo audiovisual: Netflix. La compañía estadounidense ha establecido una estrategia de contenido que no solo prioriza el streaming, sino que lo convierte en el eje de toda su operación.
A diferencia de otros grandes estudios que aún apuestan por la pantalla grande como punto de partida, Netflix ha logrado atraer a directores de renombre internacional como Martin Scorsese, Alfonso Cuarón, Greta Gerwig y Guillermo del Toro, gracias a una fórmula que combina presupuestos millonarios, autonomía creativa y alcance global inmediato. Para la empresa, esto no es simplemente una cuestión artística: es una decisión estratégica de negocio.
Lo que distingue a Netflix de los estudios tradicionales es su capacidad para financiar proyectos ambiciosos sin las limitaciones impuestas por los retornos de taquilla. En lugar de enfocarse en cuánto dinero recauda una película en su primer fin de semana, el éxito se mide en visualizaciones, retención de usuarios y crecimiento de suscriptores.
Esta lógica ha permitido que producciones como The Irishman, The Electric State o las secuelas de Knives Out hayan sido posibles, incluso cuando otros estudios las descartaron por sus altos costos. Netflix, al operar directamente sobre su base de más de 300 millones de suscriptores en todo el mundo, elimina intermediarios y redefine cómo se monetiza una película.
La decisión de Netflix de evitar estrenos masivos en cines no es casual. Desde el punto de vista financiero, mantener una estrategia 100 % digital implica un ahorro sustancial en costos de marketing. En Hollywood, una película con un presupuesto de 200 millones de dólares puede necesitar entre 80 y 100 millones adicionales en promoción si se estrena en salas. Al suprimir esta fase, Netflix optimiza su inversión y reduce el riesgo financiero.
A esto se suma que el modelo de exhibición tradicional requiere dividir ingresos con cadenas de cine, mientras que en el streaming, cada producción sirve como una herramienta directa para aumentar el valor percibido de la suscripción. En términos prácticos, una buena película en Netflix no busca vender boletos, sino retener clientes.
Para el año 2025, Netflix proyecta invertir cerca de 18 mil millones de dólares en contenido, una cifra que compite con los presupuestos combinados de varios estudios tradicionales. Aunque la compañía no detalla cuántos de esos fondos se destinan a cine y cuántos a series, el mensaje es claro: el contenido sigue siendo el centro de su modelo de crecimiento.
Además de su línea de producción interna, Netflix ha suscrito acuerdos de exclusividad con creadores de alto perfil, como Shonda Rhimes, Tyler Perry, Jennifer Lopez y Rian Johnson. Estos contratos permiten a la plataforma asegurar una oferta constante de contenido original sin depender de terceros ni compartir derechos.
En términos de estrategia de mercado, esto refuerza la posición de la empresa como proveedor integral de entretenimiento, capaz de lanzar nuevas franquicias, ganar premios internacionales y mantener una marca asociada con innovación y calidad.
Más allá de los nombres involucrados, el impacto de la estrategia de Netflix es profundo. Representa una reconfiguración del modelo de producción, distribución y monetización en la industria del entretenimiento. En lugar de pensar en el cine como un evento de fin de semana, lo transforma en un servicio bajo demanda que forma parte del día a día del usuario.
Esta visión ha resultado rentable: las acciones de Netflix han crecido más del 90 % en el último año y superan los 1,300 dólares por unidad. El mercado ha respondido positivamente a la capacidad de la compañía para adaptarse y liderar una industria cada vez más digitalizada y centrada en el consumidor.
Al mismo tiempo, esta transformación abre nuevas preguntas sobre la sostenibilidad del modelo. A medida que Netflix continúa aumentando su inversión en contenido original, es probable que los precios del servicio también se ajusten. La plataforma ya ha evaluado varias subidas tarifarias, justificadas por el incremento del valor ofrecido a suscriptores.
Si bien algunos analistas sostienen que el modelo híbrido (cine y streaming) puede ofrecer ventajas, la estrategia de Netflix sugiere lo contrario. Para la empresa, mantener a los suscriptores satisfechos y reducir fricciones en el acceso al contenido es más rentable que replicar el antiguo modelo de ventanas de distribución.
Además, Netflix se beneficia indirectamente del modelo de salas a través de su alianza con Sony, que le otorga derechos exclusivos de streaming tras el paso por cines de los estrenos del estudio. Esto le permite ofrecer películas de gran escala sin asumir los riesgos ni los costos de distribución teatral.
En la medida que la industria del entretenimiento evoluciona, Netflix se posiciona como el líder que ofrece a creadores y audiencias una plataforma única que redefine la producción y distribución audiovisual. La preferencia creciente por contenidos accesibles y de calidad, sin las limitaciones de la exhibición tradicional, señala hacia un modelo de negocio centrado en el streaming como la opción predominante en el futuro cercano.
Fuente: CNBC
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