En el dinámico mundo del turismo de lujo, la diferenciación ya no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Crystal Lagoons, la multinacional de innovación tecnológica fundada por el bioquímico Fernando Fischmann, ha logrado posicionarse como uno de los actores más disruptivos del sector hotelero e inmobiliario, particularmente en mercados emergentes de América Latina.
Su propuesta, basada en lagunas cristalinas de tamaño monumental, está redefiniendo la forma en que se conciben los desarrollos turísticos. No se trata solo de un atractivo visual, sino de un activo estratégico que incrementa el valor del suelo, dinamiza la inversión y transforma regiones enteras en polos de alta demanda.
Crystal Lagoons ha licenciado su tecnología en más de 60 países, generando proyectos que combinan innovación, sostenibilidad y rentabilidad. La lógica es simple: al construir lagunas cristalinas en terrenos alejados del mar o con bajo valor turístico, estos se convierten en destinos de playa de alta gama sin la necesidad de costa natural. Esto permite a los desarrolladores acceder a terrenos más asequibles y, al mismo tiempo, captar un público que demanda experiencias premium.
Estudios del sector han revelado que los desarrollos que incluyen una laguna cristalina aumentan en hasta un 60 % el valor de las propiedades residenciales o turísticas circundantes. En el caso de hoteles y resorts, el diferencial de ocupación durante temporadas bajas puede llegar al 30 %, gracias a la singularidad de la experiencia ofrecida.
En países como México, Colombia, Perú y Paraguay, los proyectos de Crystal Lagoons han logrado atraer tanto a inversionistas locales como a fondos internacionales, interesados en iniciativas de largo plazo con alto rendimiento. Una de las ventajas competitivas del modelo es su escalabilidad. Desde pequeños resorts hasta mega desarrollos urbanos, las lagunas cristalinas se adaptan al entorno, permitiendo una planificación urbana más eficiente y con mayor retorno por metro cuadrado.
Además, su tecnología de bajo consumo hídrico y energético ha sido reconocida internacionalmente como una de las más sostenibles del sector. Gracias a un sistema cerrado y monitoreado digitalmente, las lagunas utilizan 30 veces menos agua que un campo de golf y hasta 100 veces menos productos químicos que una piscina tradicional.
La experiencia de playa artificial creada por Crystal Lagoons permite ofrecer al visitante una vivencia comparable (y muchas veces superior) a la de un destino natural. Hoteles que incorporan esta tecnología reportan mayores niveles de satisfacción, un incremento del gasto promedio por visitante y un aumento en la permanencia promedio.
Más allá del turismo, el modelo impacta positivamente en el desarrollo de comunidades. Al convertir zonas subutilizadas en centros turísticos, se genera empleo, se mejora la infraestructura local y se activa la economía regional. Esto ha captado la atención de gobiernos municipales y regionales, que ven en las lagunas una oportunidad de desarrollo sostenible con retorno tangible.
Crystal Lagoons no actúa como desarrollador, sino como licenciante de su tecnología. Esto ha permitido a la empresa firmar acuerdos con grandes grupos hoteleros, cadenas de resorts y fondos inmobiliarios que buscan innovar sus carteras de inversión.
Proyectos como los de Cancún (México), Santa Marta (Colombia) o Punta Cana (República Dominicana) se han convertido en referencias de cómo las alianzas entre tecnología, inversión privada y planificación urbana pueden transformar sectores enteros. Además, la empresa ha comenzado a introducir su tecnología en proyectos híbridos que combinan hospitalidad, vivienda y comercio, consolidando el modelo de “ciudad turística integrada”.
Crystal Lagoons ofrece una ventaja poco común en el mundo del real estate: convierte una debilidad (la falta de litoral) en una fortaleza competitiva. Esta capacidad de crear experiencias de playa en cualquier entorno es una oportunidad especialmente atractiva en América Latina, donde la disponibilidad de terrenos costeros premium es limitada y costosa.
Los inversionistas también valoran el bajo riesgo asociado a la operación de la laguna: su mantenimiento es eficiente y los costos están claramente definidos desde el inicio del proyecto. Además, la presencia de una laguna puede convertirse en un argumento clave en estrategias de marketing, diferenciación de marca y fidelización de clientes.
El auge del turismo experiencial exige propuestas que no solo ofrezcan alojamiento, sino vivencias memorables. Crystal Lagoons responde a esta demanda con una solución tangible, escalable y alineada con las tendencias del mercado global. En un escenario post pandemia donde los viajeros valoran más que nunca la conexión con la naturaleza y los espacios al aire libre, las lagunas cristalinas ofrecen un refugio de calidad sin depender de la geografía tradicional.
Desde la perspectiva de negocio, el modelo ya ha demostrado su solidez. Ahora, con la expansión de proyectos en Asia, Medio Oriente y Europa, Crystal Lagoons se proyecta como una de las tecnologías más influyentes en el rediseño del turismo y la inversión hotelera global.
Fuente: Crystal Lagoons
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