Un informe reciente de la American Cancer Society (ACS) ha sacudido el panorama de salud preventiva: si todos los adultos elegibles se sometieran a una tomografía computarizada de baja dosis (LDCT) para detectar el cáncer de pulmón, podrían triplicar las muertes evitadas y los años de vida recuperados.
Según el estudio, solo alrededor del 19 % de los 12,8 millones de personas elegibles en Estados Unidos recibió esta prueba en 2024. La investigación estima que un incremento hasta el 100 % en la tasa de participación podría prevenir más de 62,000 muertes por cáncer de pulmón en cinco años y generar cerca de 872,000 años de vida ganados.
Desde la perspectiva empresarial y de políticas públicas, estos resultados representan una ventana de oportunidad crítica. Las organizaciones sanitarias, aseguradoras, empleadores y entidades gubernamentales pueden considerar estrategias para promover el screening entre los trabajadores o beneficiarios que califiquen. Implementar programas de sensibilización, facilitar accesos a centros de diagnóstico o incluso incorporar incentivos podría traducirse en reducción de costos médicos a largo plazo y mejora de la salud poblacional.
El bajo uso actual del screening también expone un riesgo reputacional y de inequidad. A pesar de que la prueba está recomendada por la USPSTF (United States Preventive Services Task Force), la adopción es débil y desigual. En su estudio, Mass General Brigham advierte que más del 80 % de las personas con alto riesgo no están siendo evaluadas. Esto sugiere que incluso grandes sistemas de salud no están aprovechando plenamente este mecanismo preventivo.
Aunque la tomografía de baja dosis tiene costos, su aplicación en un programa sistemático podría ser más rentable de lo que parece, especialmente si se enfoca en poblaciones con alto riesgo. Estudios previos (como el National Lung Screening Trial) han demostrado que el screening dirigido basado en el riesgo puede maximizar los beneficios y reducir el costo por muerte evitada. Además, la evidencia sugiere que los falsos positivos (una de las preocupaciones habituales en programas de cribado) disminuyen considerablemente cuando se prioriza a quienes están en los quintiles más altos de riesgo.
Desde el punto de vista operativo, las organizaciones deben evaluar cuidadosamente cómo diseñar estos programas de screening: definir criterios de elegibilidad, estimar capacidad de diagnóstico, prever seguimientos para resultados positivos y construir modelos financieros que justifiquen la inversión preventiva.
Lograr una cobertura del 100 % no dependerá solo de la voluntad médica, sino también de la colaboración pública. Las barreras van más allá del desconocimiento: muchas personas elegibles ni siquiera son conscientes de la posibilidad de realizarse una tomografía preventiva, mientras que otras enfrentan obstáculos de acceso por ubicación geográfica, limitaciones de seguro o falta de programas estructurados.
En este escenario, las entidades reguladoras y las organizaciones sin fines de lucro pueden jugar un papel clave para promover políticas que expandan los programas de cribado. Además, hay un fuerte caso para ampliar la elegibilidad más allá de las guías tradicionales: algunos expertos argumentan que los criterios podrían ajustarse para incluir personas con antecedentes de tabaquismo más amplios, lo que podría mejorar aún más el impacto del programa.
Para empresas con programas de salud para empleados, invertir en la promoción del screening pulmón no solo tiene sentido desde un punto de vista médico sino también social. Demostrar un compromiso con la prevención de enfermedades graves puede fortalecer la reputación de la organización, mejorar la retención del talento y reducir la carga de atención médica asociada a enfermedades avanzadas.
Además, al incorporar la detección de cáncer en estrategias de bienestar corporativo, las empresas pueden alinearse con valores de salud pública, innovación y sostenibilidad. Crear campañas internas para educar a los empleados sobre la elegibilidad y los beneficios del LDCT, y colaborar con proveedores de servicios médicos para facilitar el examen, puede generar un retorno social significativo.
El estudio de la ACS reabre un debate estratégico: ¿cómo elevar la tasa de detección de cáncer de pulmón de forma sistemática y responsable? Las organizaciones que asuman este reto podrían liderar una transformación en los programas de prevención. Invertir en campañas de concientización, redes diagnósticas, alianzas público-privadas y seguimiento clínico puede marcar una diferencia tangible en la reducción de muertes por cáncer de pulmón.
Al mismo tiempo, gestionar estos programas implica evaluar con rigor los riesgos operativos, éticos y financieros. Pero el posible beneficio —tres veces más vidas salvadas— es una llamada para que líderes empresariales y de política pública reconsideren la prevención como un pilar estratégico de salud pública.
Fuente: US News
Blackwell Global University anuncia cuatro programas de salud avanzada desarrollados con el Instituto Internacional de Salud y Hábitos Saludables de España, orientados a profesionales que buscan especialización flexible con enfoque internacional. La nueva oferta refuerza el crecimiento de la División de Educación Continua y su presencia en el sector salud.
Escribe tu comentario