En un giro tecnológico que redefine las reglas del mercado, Starlink, la red de internet satelital de SpaceX, ha anunciado que a partir de octubre de 2025, ciertos dispositivos móviles podrán conectarse directamente a sus satélites, sin necesidad de antenas o equipos adicionales. Esta innovación no solo amplía la cobertura en regiones remotas, sino que también plantea un nuevo paradigma para la industria global de las telecomunicaciones.
El anuncio, que se centra en modelos seleccionados de Apple, Samsung, Xiaomi, Oppo, Vivo, Huawei, OnePlus y Honor, tiene profundas implicancias para operadores móviles, reguladores y usuarios finales, especialmente en economías emergentes como las de América Latina.
Durante décadas, el acceso a internet móvil ha estado condicionado por la infraestructura terrestre: torres, antenas y redes de fibra óptica. Starlink rompe con esta lógica al proponer una conectividad basada en una constelación de satélites en órbita baja, capaces de brindar servicio incluso en lugares donde no llega ninguna operadora tradicional.
Para las empresas de telecomunicaciones, esto significa enfrentar a un nuevo competidor con un modelo escalable, global y tecnológicamente superior en ciertos aspectos, particularmente en cobertura geográfica.
En su fase inicial, el servicio ofrecerá mensajes de texto, alertas y envío de ubicaciones, con planes de extenderlo hacia llamadas de voz y navegación web en 2026. Aunque estas funciones pueden parecer básicas, representan un recurso vital en zonas donde no existe señal o en situaciones de emergencia.
Desde una perspectiva empresarial, esto implica nuevas oportunidades para compañías de logística, salud, agricultura o minería que operan en territorios con conectividad limitada. Además, gobiernos y ONGs podrían utilizar esta tecnología para garantizar servicios esenciales en regiones vulnerables.
América Latina presenta condiciones ideales para este tipo de innovación. Según datos del BID y la CEPAL, cerca del 35% de la población rural en la región carece de acceso a internet de calidad. Starlink podría acelerar el cierre de esta brecha digital, especialmente en países como México, Colombia, Perú y Brasil, donde el acceso desigual a servicios de telecomunicaciones limita el desarrollo de comunidades enteras.
Empresas locales ya exploran alianzas con la firma de Elon Musk para integrar este servicio como una solución B2B o B2G (gobierno), ampliando la oferta de servicios y fortaleciendo estrategias de inclusión digital.
La entrada de Starlink al ecosistema móvil supone un desafío estratégico para las operadoras convencionales. Si bien la red satelital no reemplazará en el corto plazo a las redes terrestres, sí puede debilitar su dominio en áreas donde la infraestructura es deficiente o donde el despliegue es poco rentable.
Operadoras como Claro, Movistar o Tigo tendrán que reconfigurar su oferta, considerando la posibilidad de incorporar tecnología satelital como parte de sus servicios híbridos o generar acuerdos de interconexión.
Además, esta situación podría impulsar una reducción de precios o un aumento en la inversión en infraestructura para mantener la competitividad frente a una propuesta tecnológica que, en esencia, no depende del terreno ni de concesiones físicas.
Starlink aún no ha publicado tarifas definitivas para el servicio móvil, pero se estima que serán similares a sus planes satelitales actuales, con precios que oscilan entre US$40 y US$80 mensuales dependiendo del país y el paquete.
También se prevé una modalidad básica gratuita para servicios esenciales en zonas remotas, posiblemente en colaboración con gobiernos, como parte de programas de responsabilidad social tecnológica.
El modelo de negocio apunta a escalar rápidamente gracias al uso de una infraestructura ya existente (más de 5.000 satélites activos en órbita) y a un sistema automatizado de activación a través de una app oficial, lo que reduce significativamente los costos de distribución y soporte técnico.
Uno de los retos más importantes para Starlink en su expansión internacional será la negociación con los reguladores de cada país. Aunque su tecnología opera fuera del espectro terrestre, debe cumplir con normativas locales sobre espectro, privacidad, seguridad de datos y soberanía digital.
En América Latina, países como Argentina y Chile ya han iniciado procesos de evaluación regulatoria. El éxito de estas gestiones determinará la velocidad de adopción y el alcance comercial del servicio.
Más allá de la industria de las telecomunicaciones, el impacto de Starlink será transversal. Sectores como educación, salud, turismo, seguridad y agroindustria verán cómo se abren nuevas posibilidades de expansión digital en zonas donde antes era inviable implementar soluciones tecnológicas por falta de conectividad.
Asimismo, startups y empresas emergentes podrían beneficiarse enormemente, al acceder a una infraestructura de alta disponibilidad sin depender de los costos fijos elevados de operadores tradicionales.
Fuente: Infobae
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