Con la mirada puesta en la descarbonización de su economía y el fortalecimiento de su base industrial, el gobierno del Reino Unido ha anunciado un ambicioso paquete de inversión que podría marcar un punto de inflexión en el desarrollo de tecnologías limpias. A través del National Wealth Fund, el país destinará mil millones de libras esterlinas para proyectos de captura y almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés), con el objetivo de transformar industrias clave, atraer inversión privada y generar al menos 3,500 nuevos empleos especializados.
La iniciativa será gestionada por la UK Infrastructure Bank, que asumirá un papel de liderazgo en el desarrollo de estos proyectos, promoviendo la colaboración entre el sector público, las empresas privadas, instituciones académicas y comunidades locales.
La captura y almacenamiento de carbono es una de las tecnologías más prometedoras para reducir las emisiones industriales sin desmantelar completamente las operaciones existentes. Permite capturar el CO₂ emitido por plantas de energía, refinerías y fábricas, para posteriormente almacenarlo de forma segura en formaciones geológicas subterráneas.
Aunque su implementación ha sido limitada debido a los altos costos iniciales, el impulso del gobierno británico busca romper esa barrera mediante una fórmula combinada de inversión pública estratégica y atracción de capital privado. El objetivo es generar confianza en la viabilidad financiera del CCUS, al mismo tiempo que se fortalece la cadena de valor local vinculada a la economía verde.
Gran parte del esfuerzo estará centrado en zonas industriales del norte de Inglaterra y Yorkshire, regiones que han visto una lenta recuperación económica tras el declive de industrias tradicionales como la del acero o el carbón. Alrededor del 75 % de la inversión inicial será canalizada hacia clústeres industriales estratégicos que ya cuentan con infraestructura energética y talento técnico.
La reconversión laboral es uno de los pilares del plan. El gobierno británico ha subrayado la importancia de que la transición energética no deje a nadie atrás, y por eso se incluirán programas de capacitación para que los trabajadores de industrias en declive puedan acceder a empleos verdes, desde ingeniería ambiental hasta mantenimiento y operación de sistemas de almacenamiento de carbono.
Más allá del impacto local, el programa posiciona al Reino Unido como un polo de atracción para inversionistas internacionales interesados en innovación tecnológica y sostenibilidad. Las estimaciones oficiales apuntan a que por cada libra pública invertida, se podrían atraer al menos una libra adicional en capital privado, elevando el valor total del programa a más de 2 mil millones de libras.
Diversas firmas británicas y multinacionales ya han manifestado interés en participar, especialmente aquellas del sector energético, infraestructura y consultoría medioambiental. La creación de un entorno regulatorio claro, con incentivos fiscales y líneas de financiación competitivas, será clave para escalar el modelo.
Esta iniciativa podría tener implicancias más allá de las fronteras británicas. Economías de América Latina como México, Chile y Colombia han mostrado interés en soluciones tecnológicas para reducir su huella de carbono sin sacrificar su crecimiento económico. Modelos como el del Reino Unido ofrecen una hoja de ruta para impulsar asociaciones público-privadas enfocadas en sostenibilidad industrial.
De hecho, organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial han identificado la captura de carbono como un componente relevante en los planes de transición energética para la región, especialmente en sectores como minería, petróleo y manufactura.
La participación de la UK Infrastructure Bank no solo garantiza una supervisión técnica rigurosa, sino que también proporciona credibilidad al programa. Desde su fundación, esta entidad pública ha jugado un papel clave en la financiación de infraestructura verde, desde energía renovable hasta proyectos de transporte sostenible.
En este caso, su participación ayudará a estructurar los proyectos bajo estándares de rentabilidad, sostenibilidad y eficiencia, lo que representa una oportunidad de aprendizaje para bancos de desarrollo en otras partes del mundo que buscan fortalecer su rol en la transición ecológica.
Más allá del impacto inmediato en empleo e infraestructura, el gobierno británico espera que esta inversión siente las bases para un ecosistema tecnológico que impulse nuevas startups, fomente la investigación aplicada y abra oportunidades de exportación de servicios medioambientales.
La inversión en captura de carbono es también una jugada estratégica frente a las presiones regulatorias internacionales. Con la entrada en vigor de impuestos al carbono en mercados como la Unión Europea, los países que desarrollen tecnología propia para mitigar emisiones podrían obtener ventajas competitivas en comercio internacional.
Además, al integrar estos sistemas en su matriz productiva, el Reino Unido se encamina a cumplir sus metas climáticas de forma más realista y sin desindustrializar su economía, algo que muchas potencias aún no han logrado.
Fuente: Innovation News Network
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