La inteligencia artificial se convirtió en asunto de directorio. Según el Global AI Adoption Index que publica IBM, setenta y siete por ciento de las organizaciones ya utilizan algún modelo de IA o lo evalúan formalmente, pero cuarenta y dos por ciento admite incidentes éticos o de cumplimiento asociados a esa tecnología. El dilema es claro: innovar sin controles puede erosionar la reputación, paralizar operaciones y destruir valor bursátil.
El viraje regulatorio añade presión. El Parlamento Europeo aprobó en febrero de 2025 la versión definitiva del EU AI Act, que fija sanciones de hasta siete por ciento de la facturación global para las firmas que desplieguen sistemas de alto riesgo sin garantías de seguridad, explicabilidad y supervisión humana. Brasil y México preparan marcos convergentes y los supervisores financieros de Chile y Colombia ya exigen pruebas de robustez algorítmica a bancos y fintech que otorgan crédito automatizado.
En medio de esta convergencia normativa surge ISO 42001, publicada a finales de 2023 como primer estándar internacional de sistemas de gestión de IA. El documento describe cómo planificar, implementar, verificar y mejorar una arquitectura de gobierno que abarque desde la calidad de los datos hasta la auditoría de proveedores externos, integrándose con marcos consolidados como ISO 9001 y ISO 27001. Su objetivo es permitir que la innovación avance sin sacrificar transparencia, privacidad ni equidad.
La respuesta del mercado ha sido inmediata. Amazon Web Services anunció en noviembre de 2024 que obtuvo la primera certificación ISO 42001 acreditada para su portafolio de servicios de IA, lo que garantiza a los clientes un entorno verificado por terceros en criterios de responsabilidad algorítmica. Este sello establece un nuevo criterio de elegibilidad para proveedores tecnológicos y redefine la diligencia de las compras corporativas: los directores de tecnología evaluarán no solo la capacidad de cómputo, sino la madurez de gobierno que avala cada servicio.
Para los inversionistas, la norma abre una ventana estratégica. KPMG subraya que las empresas con marcos de IA maduros logran ciclos de innovación treinta y cinco por ciento más sostenidos y experimentan veintidós por ciento menos incumplimientos regulatorios, indicadores que mejoran la valoración en mercados de capitales y reducen el costo del seguro cibernético. Si la confianza se convierte en nuevo activo, la certificación ISO 42001 opera como validación externa que facilita fusiones, adquisiciones y acceso a deuda.
Las filiales latinoamericanas de grupos globales son beneficiarias directas. Un fabricante automotriz instalado en México que entrene modelos para inspección visual podrá exportar piezas a Europa con menos trabas aduaneras si demuestra trazabilidad y auditoría continua de su IA. Una compañía de energía renovable con operaciones en Chile y Perú podrá atraer capital verde si acredita que los algoritmos que calibran turbinas eólicas no generan sesgos ambientales ni riesgos de seguridad.
La transición a ISO 42001 comienza con liderazgo real en la alta dirección. Los consejos deben articular comités de ética digital que definan criterios de priorización de casos de uso, pruebas de estrés y planes de respuesta frente a fallos. El estándar exige mapear todo flujo de datos desde su origen hasta la decisión automatizada y documentar controles de mitigación antes del lanzamiento de cualquier modelo, práctica que ahorra costes posteriores de reingeniería.
El segundo pilar es la calidad de la información. Modelos entrenados con datos incompletos o sesgados no solo generan resultados injustos, sino que elevan la probabilidad de litigios y multas. ISO 42001 manda políticas de integridad y clasificación de datos, así como procesos robustos de anonimización. Para empresas que manejan expedientes médicos o historiales crediticios, cumplir esos requisitos no es opcional sino clave para mantener licencias operativas.
La supervisión humana completa la triada de gobernanza. Ningún algoritmo debe operar sin la posibilidad de intervención experta ni sin una bitácora de eventos que facilite auditorías internas y externas. El estándar especifica roles, responsabilidades y métricas de desempeño que alimentan un ciclo de mejora continua. Este marco empodera a las áreas de control y reduce la opacidad que históricamente acompaña a los modelos de caja negra.
Adoptar ISO 42001 no implica sustituir infraestructuras ni contratar ejércitos de científicos de datos. Muchas compañías pueden iniciar con una autoevaluación de brechas, formalizar un código de ética de IA y seleccionar proveedores ya certificados. La norma premia el progreso incremental, por lo que las pequeñas y medianas empresas pueden aspirar a la certificación tras una o dos auditorías internas si documentan procesos y entrenan al personal.
El retorno económico se refleja en tres vectores. Primero, disminuyen los costos de incidentes al prevenir fallas antes de producción. Segundo, se aceleran los lanzamientos al contar con guías claras para la experimentación responsable. Tercero, se expande la base de clientes gracias a la reputación de seguridad y transparencia. Estos efectos, combinados, elevan la competitividad regional y atraen capital extranjero deseoso de proyectos con gobierno tecnológico sólido.
La inteligencia artificial seguirá creciendo, pero la confianza será la divisa que distinguirá a los ganadores corporativos. ISO 42001 ofrece una ruta para innovar con responsabilidad, proteger la marca y capitalizar el apetito inversor en soluciones que equilibran eficiencia y ética. Para América Latina, adoptar este estándar no es solo un ejercicio de cumplimiento técnico, sino un paso decisivo hacia un ecosistema empresarial capaz de competir con seguridad en los mercados más exigentes del mundo.
Fuente: Infobae
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