Emprender es una carrera de fondo en la que no siempre se obtienen los resultados previstos. Aunque hay múltiples ejemplos de emprendedores que han alcanzado el éxito con sus proyectos personales, la realidad es que un alto porcentaje de las nuevas empresas que salen al mercado acaban fracasando, y que alrededor de un 10% acaban echando el cierre durante su primer año de actividad.
En un artículo elaborado en 1985 para la revista Harvard Business Review, el profesor Howard H. Stevenson, en colaboración con David E. Gumpert, distinguió dos tipos de personas: aquellas que se ven amenazadas por los cambios y que se inclinan hacia el ‘statu quo’ y aquellas que se ven capaces de aprovechar estos cambios para desarrollar nuevas iniciativas.
La capacidad para aprovechar estos cambios es lo que marca la diferencia entre un emprendedor y un no emprendedor. Por definición, un emprendedor es alguien capaz de identificar una necesidad u oportunidad de negocio y de desarrollar una solución que les dé respuesta. Estas personas se caracterizan por tener ciertas cualidades, entre las que destacan la constancia, creatividad e innovación, y por ser capaces de asumir riesgos. Es decir, por salir de su zona de confort y no limitarse a lo que ya conocen.
La capacidad para aprovechar estos cambios es lo que marca la diferencia entre un emprendedor y un no emprendedor. Por definición, un emprendedor es alguien capaz de identificar una necesidad u oportunidad de negocio y de desarrollar una solución que les dé respuesta. Estas personas se caracterizan por tener ciertas cualidades, entre las que destacan la constancia, creatividad e innovación, y por ser capaces de asumir riesgos. Es decir, por salir de su zona de confort y no limitarse a lo que ya conocen.
Para avanzar en este camino, el emprendimiento personal puede jugar un papel clave. Este tipo de emprendimiento se entiende como el cambio consciente que realiza una persona para variar la situación en la que se encuentra y, aunque no sea exclusivo del mundo de los negocios, sí puede ser de gran ayuda de cara a poner en marcha un nuevo proyecto.
El emprendimiento personal comienza con un trabajo de introspección. Para poder cambiar la situación en la que uno se encuentra es imprescindible saber qué es lo que se quiere dejar atrás y hacia dónde se quiere avanzar. Es decir, hay que marcarse una meta.
Este ejercicio de introspección pasa, en el ámbito de los negocios, por descubrir la motivación para lanzar una nueva empresa, que no siempre está relacionada con el dinero. De hecho, en una encuesta elaborada por Cox Business casi dos tercios de los encuestados apuntaron que el deseo de ser su propio jefe y el interés de crear algo nuevo desde cero se encuentran entre sus principales motivos a la hora de emprender, mientras que solo un 8% de los encuestados respondió que su motivación era el dinero.
Definir los motivos por los que se quiere emprender puede ayudar a los emprendedores a tomar la decisión de salir de su zona de confort y darle un nuevo rumbo a su vida profesional; pero para emprender con éxito no basta con tener una motivación, sino que se necesitan recursos.
Estos recursos no solo son de índole económico, también están relacionados con las propias cualidades del emprendedor. A diferencia de las grandes empresas, que pueden acceder a una amplia variedad de recursos tanto humanos como económicos, los emprendedores están solos en su aventura empresarial y dependen de sí mismos para alcanzar el éxito, por lo que deben conocer sus fortalezas y debilidades y trabajar en ellas.
Las redes de contacto, los conocimientos, intereses, habilidades, las experiencias vitales y profesionales e incluso la propia personalidad del emprendedor son ejemplos de fortalezas y debilidades que puede tener un emprendedor y que se deben tener en cuenta antes de lanzar una startup. Trabajar en ellas e invertir en el crecimiento y desarrollo profesional puede ser clave para culminar con éxito un emprendimiento personal y poder salir de la zona de confort dentro del mundo de los negocios.
Como la propia palabra indica, el emprendimiento personal es algo completamente propio, único para cada individuo. Existen numerosos cambios que se pueden llevar a cabo para desarrollarse como persona y que pueden resultar útiles de cara a lanzar un nuevo negocio. Algunos ejemplos son:
El emprendimiento personal no solo sirve para crecer como persona, sino también para alcanzar el éxito como emprendedor. Emprender pasa por salir de la zona de confort y atreverse a asumir riesgos. Descubrir la motivación para emprender, invertir en uno mismo y en las fortalezas y debilidades que se poseen son clave para desarrollarse en el mundo de los negocios.
Fuente: BBVA
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